EL ENFOQUE DE LOS SISTEMAS SIMBÓLICOS
Las
concepciones anteriores acerca de la cognición humana (la del CI, la piagetiana
y la del procesamiento de la información) se han centrado en habilidades
lógicas o lingüísticas y han ignorado la biología, el problema de la
creatividad y la diversidad cultural. Gardner se inscribe a sí mismo dentro del
enfoque de «Sistemas Simbólicos», que encuentra sus fundamentos en la filosofía
contemporánea de mediados del siglo XX con filósofos como Susan Langer, Federic
Northon, entre otros, quienes sostienen que la capacidad comunicativa del
hombre da lugar al desarrollo de su capacidad para la creación de símbolos.
Capacidad que le permite al ser humano distinguirse de los animales y
desarrollar su cognición. Dentro de este enfoque encontramos un cambio de
paradigma en la ciencia pues se pasa de una preocupación por establecer la
relación mente-cuerpo al interés por estudiar la capacidad comunicativa y de
creación de símbolos, que se constituye en fuente de la cognición humana.
Para
Gardner es importante destacar las capacidades simbólicas del ser humano en la
comprensión de la inteligencia. En este orden de ideas, Feldman señaló que
ciertos logros, como los lógico-matemáticos, son universales, pero otros están
sólo en determinadas culturas; por ejemplo, leer puede ser algo más valorado en
ciertas culturas que en otras. Por otro lado, están los dominios simbólicos
singulares, presentes en uno o en muy pocos individuos, que motiva a Felman a
estudiar al niño prodigio, en el cual podría considerarse la conjunción de
varios factores: una inclinación inicial, educación familiar, la educación
formal, etc. Ajeno a estas consideraciones, Piaget no explica, por ejemplo,
cómo puede alguien ser precoz en un área y en otra no, como sucede en los
prodigios. Hay muchos sistemas simbólicos posibles, y de esta diversidad no
informan las teorías anteriores sobre la inteligencia. Se puede señalar,
además, que estas teorías han dejado de lado la relación del intelecto con la
cultura y con el sistema nervioso en cuento a su organización, su desarrollo y
sus fallas o dificultades. En este contexto, Gardner asume una posición crítica
frente al concepto tradicional de inteligencia, pues contempla que la
inteligencia ha sido, en términos generales, concebida dentro de una visión
uniforme y reduccionista, expresada en un constructo unitario y/o un factor
general; se ha considerado que se puede medir en forma pura con la ayuda de
instrumentos estándares; hasta el momento su estudio se ha realizado en forma
descontextualizada y abstracta, con independencia de los factores situacionales
y desafíos y oportunidades que le ofrece la cultura. Lo que explica por qué se
ha mantenido la presunción de que es una propiedad estrictamente individual, propia
de la persona y no de su entorno, en las interacciones con otras personas, en
la acumulación de conocimientos, en la asimilación de las herramientas que le
brinda la cultura.
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